miércoles, 22 de abril de 2009

365 causas de muerte


Esta es la primera propuesta de este lúgubre Blog que fue elucubrado en una noche de insomnio en febrero de 2008:

Buscar 365 causas y maneras de morir.

Suena sencillo, más no lo es. y tan no lo fué que nuevamente intentaremos el reto.

Por qué 365? porque es el número de días que tiene un año y la vida se mide en años. La muerte? esa es eterna.

Causa de muerte no es lo mismo al proceso o manera de morir. Causa de muerte es el fundamento de la cesación de la vida, más no cómo sucede el evento. El evento o manera es el cómo se produce ese fundamento.

De lo que aquí se trata es de relatar, cada día, una muerte y señalar al final del relato la causa de la muerte, de manera que cada vez que aparezca una causa, ésta no podrá aparecer más.

Por ejemplo: María Antonieta fue decapitada. Causa de la muerte: separación de la cabeza del cuerpo.

Si deseas participar envía tu relato (vía email o como comentario) y éste será publicado siguiendo un estricto orden de recepción. Solamente será publicado un relato cada día.

***El reto comienza el 1 de mayo.
Re-publiqué abajo las primeras 4 muertes de 2008. Después encontrarás la 25. y la cuenta regresiva hasta la 5. En el inter, publicamos algunas imágenes que no contaron como cuentos, pero que ilustraron el mood de este Blog.
Comenzaremos la primera semana de mayo (el 4) con en el número 26, y publicaré una por día.

email: geraldinagvh@yahoo.com

Cadáver exquisito

Este juego surrealista tiene como objetivo crear una historia a ciegas.

El nombre se deriva de una frase que surgió cuando fue jugado por primera vez en francés:
« Le cadavre - exquis - boira - le vin - nouveau » (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo).


Un jugador presenta una historia y la pasa al jugador que sigue quien escribe una composición en secuencia. Cada persona sólo puede ver el final de lo que escribió el jugador anterior.

Como aquí no podemos ir doblando la hoja, vamos a poner reglas para el juego.

REGLAS:
1.- Yo doy una parte del relato: 1)inicio, 2)nudo o 3)desenlace indicando con un número qué parte del relato es.
2.- Tú eliges una de las dos partes restantes, anotando el número a que pertenece. No puedes contar la historia completa. Solamente una parte de las restantes.
3.- Escribe al menos una oración completa. No más de tres oraciones por favor!

Al final de cada semana o quincena, publicaré los cadáveres completos con los nombres de quienes participaron. Si tengo más de dos participaciones iré pegando las partes conforme vayan llegando en las partes que correspondan, de manera que cada parte estará compuesta por varios participantes.

Si no cumples con las reglas no podré publicar tu colaboración.

Para participar envia tu parte a mi correo electrónico:
geraldinagvh@yahoo.com

Bienvenido!

Primer Cadáver 3)desenlace

Buscamos en todo el pueblo, en el bosque de Huatzingo, en la ciudad más cercana. Nunca más se supo de ella.

** Este cadáver comienza el día 1 de mayo.

2. Muerte

Como todas las mañanas bebió el último sorbo de café con leche que Lucía le había preparado. Se había comido todas las galletas María sopeándolas en el café, para hacerlas aguaditas; así le sabían mejor, como cuando era niño y las remojaba en leche fría. Se limpió la boca, Fernando cogió su portafolios y el portatraje y se asomó a la cocina donde Lucía hacía los ponches y las loncheras para Luciíta y Fernandito, eran las 7.10am y los niños entraban a clases a las 8.15. Fernando besó a Lucía en la mejilla, "Nos vemos mañana Gordis, cuídate por favor" "si Cielito, tú también, te llamo en la noche desde el hotel ya en Zaragoza".
Fernando salió de la casa, abrió la portezuela de atrás del Pointer negro y colocó bien extendido y con mucho cuidado su portatrajes, el portafolios lo asentó en el piso, entre el asiento del copiloto y el asiento trasero. Se quitó el saco y lo colgó en un gancho que después colgó en el gancho de arriba de la ventana trasera. Cerró la puerta y se subió al asiento delantero. Bajó la ventana pues a pesar de ser muy temprano, sentía un bochorno, este mayo había sido muy caluroso y húmedo. Entre Querétaro y Zaragoza habían solamente 200 kilómetros de manera que el camino no era muy largo, era mejor salir temprano para evitar el sol de mediodía, además así acabaría de ver a los de la constructora y a los de la mina hoy y podría volver a Querétaro mañana por la mañana.
Encendió el carro, el volúmen del radio estaba a todo lo que daba, seguramente Fernandito se había subido ayer con sus cuates a oir música, como todas las tardes. Actividades de cuando se está en esa edad puberta. Fernandito y sus amigos pasaban en un sólo día de andar en patineta y rodar por las banquetas, a disque fumar y oir música en las tardes, para conversar con las chavas de la colonia. Fernando bajó el volumen con los dedos tensos del susto y enojado presionó "eject" y salió el CD de Juanes, Fernando lo sacó y lo aventó al asiento de alado. El carro olía a cigarro. -Al menos no huele a alcohol o mariguana-, pensó. Metió primera y suavemente sacó el clutch y abandonó la calle para pasar por la caseta del vigilante, al que saludó con la mano al pasar entre las rejas enormes de herrería, bajo el letrero que dice "Los Faroles". Dió vuelta a la derecha, por la avenida que lleva a Gerber, y siguió con rumbo al entronque Villa del Pueblito, de ahí "nomás unas dos horitas pa´Zaragoza".
Ahí por el entronque de Ituribide sintió ganas de hacer pipí, paró en un camino de terracería donde había un tendajón "La Pasadita" y se estacionó, bajó del carro y se dirigió a la tiendita, allí pidió a la mujer las llaves del baño. Mientras abría la puerta escuchó un ruido en el cielo, volteó y divisó a lo lejos un avión, y sin pensar más entró por una puerta de madera desgastada y amarilla que decía "baño unisexo, pida las llaves en la tienda después de su consumisión". Fernando se lavaba las manos cuando el ruido se hizo estruendo, el pedazo de espejo que colgaba de un hilo sobre la pared de azulejos blancos percudidos vibraba junto con la imagen de Fernando, quien la veía como queriendo descifrar lo que sucedía, mientras, frotaba sus manos en el agua helada que salía de manera pausada -como a escupidas- del grifo del lavamanos verde menta. Los charcos del piso vibraban y reflejaban con cierto ritmo la luz del sol que se metía por entre las ventanas semicerradas y por debajo de la puerta de madera. Depronto esa luz se extendió por todo el baño, se metió como una ola naranja y violenta por las ventanas y por la puerta, Fernando no pudo moverse. El estruendo terminó en un fortísimo estallido que al mismo tiempo quemaba la piel de Fernando y cegaba su vista.
El avión se estrelló y Fernando murió calcinado.

Geraldina González de la Vega

4. Muerte

Estoy en el andén, sigo pensando si hice bien, sino me voy a arrepentir una vez que venga el tren. Dejé la cama hecha, los platos lavados, que él los acomode después en el mueble. Están anunciando mi tren, viene con 5 minutos de retraso. ¿Lo harán a propósito? para que me lo piense bien o ¿qué? Las niñas están con su abuela Lupe, ya llevan un mes con ella, deben extrañarnos horrores. No quiero pensar en ellas y en lo qué voy a hacer, qué van a pensar, cómo se van a sentir. Me preocupa, pero no tengo otra salida. Ellas son muy unidas.
No le cambié la toalla, que se seque con la que tiene hasta que se le desintegre, me vale. Mi toalla la eché a la ropa sucia, ya a ver quién lava después. Seguro que ni cuenta se da de que me llevé mis cosas del baño, mi cepillo de dientes, mi gel para la cara, la crema de noche, la crema de manos de mi buró, la crema para el cuerpo, mi desodorante, mi bolsa de pinturas. El perfume lo dejé porque ya no quedaba mucho, me eché las gotas que quedaban, como siempre guardé el frasco vacío en la gaveta. Cuantas mugres cargamos las mujeres, ahora recuerdo los chistes de las bolsas ¿no?, ¡ja! yo soy así. Pero nadie como Adriana, ella si carga un super y una farmacia en la bolsa, ¿Cómo es que no se ha jorobado? Le ha de doler la pinche espalda en la noche.
¿Pinche? pinche el tren que no llega y yo sigo pensándomela. Muy machita cuando cogí mis cosas, cuando hice mi maletita y dejé su regalito bajo la cama. Seguro que ni se fija, hasta que no lo llame "la boa" que tiene en el estómago y quiera comer. ¡Ja! a ver qué traga el cabrón, porque a propósito no fuí al super a comprarle sus yogurts de dieta, ni su frutita tan sana, ay como me caga cuando se come la manzana y repite "one apple a day, keeps the doctor away". ¡Ay si tú muy gringote y muy sanote! Tampoco hay cervezas, ni su "Absolut Mandarin", pura mamada, en su pinche vida ha probado un buen vodka. Se va a poner como loquito a buscar por todos lados, a ver si encuentra algo. En una de esas ni llega, como hace 3 meses. La verdad me vale, él, su vida, sus problemas, sus hermanos. Cuando tenía yo 18 siempre pensé que iba a formar una familia feliz, de esas que dibujas de niña, parada frente a una casita de doble agua, un árbol de manzanas y hasta una cosa café que se supone es un perro. Los padres se abrazan mientras uno carga al más pequeño y el otro da la mano al más grande, que trae una pelota o una muñeca, según ¿no? -Nunca pensamos en hijos gays, jajaja, ¡se muere el cabrón!

Hasta que llegamos a Florencia y me emperré. Era mi sueño que me pidiera que nos casáramos, el Ponte Vecchio, la puesta de sol, en fin. Claro, era lo más fácil entonces. Con la muerte de mis papás, no tenía otra cosa en la cabeza que dejar la casa de Santa Catalina. Nunca pensé que fuera a resultarme peor. Mira que yo pensé que con el Chino me iría mal, y lo dejé, me dolió. Más que hoy. Y ahora el Chino con su familia tan linda.
Anuncian que mi tren tiene 15 minutos de retraso. ¡Carajo! Lo que quieren es que vuelva. Se me hace que son cómplices. Claro en esta sociedad machista así son, así deben pensar hasta los conductores "pinches viejas pa' que no anden pensando en dejar sus deberes, atrasamos los pinches trenes, así se la piensan bien las mariconas."
Desde que empezamos con este estúpido viaje de reconciliación. Todo por que en la empresa decidieron mandarlo a tomar unos cursos a Alemania. 3 semanas más en ese pueblete de Neindorf, ni siquiera aquí en Wolfsburg donde esta la planta. Es horríble, aburrido, gris, alemán pues. A ver qué hace ahora ahí. ¡Chin! no pensé que podría llamar a la policía. ¡Ja! ahora me van a buscar como a Madeleine, la inglesita que perdieron sus papás en Protugal, ah que pendejos esos, de veras, pero bueno, luego uno critica y ni sabe, alomejor la niñita era igual de insufrible que este cabrón, ja.
10 minutos más, ay. El día de nuestra boda me tardé 10 minutos más en llegar, no llegué puntual. Me reclamó en el altar, ahí debí de haber huído y no con cuatro hijas y arrugas en la cara. Desde hace 7 años uso crema de noche, ¡que espanto! Él no. y debería, porque parece pasita, con esas asoleadas que se mete en las camas de su club, parece que mete la cabeza al microondas, pero él se siente galán con el cutis café y achicharrado y como es re-gatero, no hay nadie de confianza que le diga la verdad.
No tengo cara de fugitiva, no puede ser que ya se haya dado cuenta. El hombre de alado me ve más bien raro, por tanto que escribo, ¡ja! debe pensar que soy una "serial killer" de esos que llenan cuadernitos y cuadernitos. Pero yo que dejé de escribir mi diario cuando me casé, decidí retomarlo hoy, por última vez.
Me acuerdo ese pinche día "Lima, calor y gripa", lo tuve que pasar echada en el parque cerca al Hotel Esmeralda de Lima. Escribe y escribe. Ay como me dolía el corazón esos días. Hacía ya 17 años que no escribía y ahora no puedo parar. Mis poemas al Chino, mis deseos, mis sueños. Nunca aprendí un tercer idioma, nunca viví sola, nunca dí una fiesta en una gran terraza.
Es hora. Ya llegó el tren. ¡Vaya, carajo!
Amanda cogió su maletita y se arrojó a las vías, exactamente frente al ICE que pasaba cruzando la estación de Wolfsburg con rumbo a Hannover. "Achtung, auf Gleis 7 fährt ein Zug vorbei!"

Geraldina González de la Vega

3. Muerte

Ricardo se levantó con una cruda impresionante. Sentía que su cabeza era la más grande del mundo, que le punzaba y latía, le pesaba y le ardía, la sentía hinchada y vacía, no podía moverla ni pensar. La luz le dolía como un alfiler clavado en su pupila, como martillos en las sienes, el ruido de los pajaritos en los árboles junto a la ventana sonaban como alarmas de incendio. El zumbido en los oídos era inaguantable, hacía que vibraran ambos lados de su cabeza y no podía acostarse de ningún lado. La almohada era como un tabique dentro de una funda de flores amarillas y verdes. Intentó acostarse boca abajo, pero no podía respirar de tanto que había fumado, el estómago le ardía y el aliento todavía le olía a tequila "Sombrero".
Había sido una juerga de las buenas, no muy diferente a la de la semana pasada con los del intercambio de Puebla. Ahora habían ido a "Bandido´s" junto con los -y las- del departamento de ventas de Brasil, los mexicanos tenían que poner el "buen ejemplo" y mostrar a los cariocas como toma tequila un hombre de verdad. Bailaron --vertical y horizontalmente-- hasta que el cuerpo aguantó, pues del Bandido´s se fueron a casa de Jochen Schulz, un soltero metrosexual que hacía fiestas todos los fines de semana. Jochen vivía en una enorme casa con alberca, sala de fiestas y 8 recámaras. La fiesta para Ricardo duró hasta que el autobus 701 llegó puntual a la parada de "Kastanienstraße" a las 4.28am para hacer su recorrido perezoso por la zona residencial. Ricardo buscó las llaves en el fondo de su saco, las que junto con su celular, en el trayecto de la casa de Jochen a la parada del autobus, estuvieron a punto de resbalarse de su resguardo 8 veces. La cartera estaba en la bolsa trasera del pantalón, del lado derecho. El anillo estaba guardado en el monederito de la cartera.
Ahora Ricardo estaba arrojado en su cama, en calzoncillos y camiseta. La colcha no lograba taparle los pies, pues se había echado el edredón al revés. Sin querer mover la pesada cabeza ni abrir los ojos, tocó al lado derecho de la cama, en donde se dió cuenta que no había nadie; luego con la mano izquierda alcanzó el buró, a tientas, como buscando, fue localizando una a una sus pertenencias, encontró la cartera, el celular, el reloj, la corbata, las llaves; se tocó con el pulgar el dedo anular izquierdo y se dió cuenta de que no traía su anillo. Agarró la cartera con un movimiento brusco, y su brazo cayó al lado izquierdo de la cama, y su cara estaba apachurrada hacía el lado derecho contra la almohada. Ricardo se incorporó con mucho trabajo y mucho cuidado. Se sentó en la cama y buscó en el monederito de la cartera su anillo, y ahí estaba como siempre, como todos los fines de semana desde que se casó. Ricardo se lo colocó a la fuerza, se lamió el dedo y lo presionó hasta el fondo. Se rascó los testículos y volteó a la derecha a la izquierda, no había signos de ella, ni de su perfume. Se mareó. Se incorporó y volteó a su buró para tomar un vaso con agua de la jarrita de noche que siempre le ponía, no había nada.
Bajó los pies de la cama, los calcetines negros y los calzoncillos de rayitas azules le daban un aspecto de fodonguez, los ojos hinchados y rojos, brillantes, la boca hinchada y seca, los pelos parados, la barba crecida, destilaba alcohol, olía a cigarro, sexo y sudor. Se olió las axilas, se rascó las nalgas y gritó: ¡Amanda! ¡Amandaaaaaaa! carajo ¡Amanda, dónde estás?! Esta pinche vieja dónde anda ahora, si ni conoce a nadie aquí.
En ese momento sintió un dolor tremendo en el talón, jaló el pie hacia adelante con un grito agudo, ¡Amandaaaa! Al mismo tiempo que jalaba la pierna por el muslo para revisarse el pie, vió cómo entre el edredón que colgaba de la cama, y el tapete color crema, se deslizaba una víbora oscura. Ricardo gritó horrorizado y desesperado ¡Amanda! mi amorsito Amanda, porfis ven ¡Amanda ayúdameeee! En ese momento comenzó a sentir un sabor metálico, entró en pánico. La víbora reptaba por el piso del cuarto, como queriendo salir, pero la puerta estaba cerrada. El teléfono estaba en el pasillo. Cogió su celular. Ya no tenía pila. Volvió a gritar ¡Amanda! ¡Amandaaaaa ayúudameee! La habitación comenzó a dar vueltas, todo estaba borroso. Ricardo comenzó a sentir que no podía coger aire, cada vez que inhalaba entraba menos aire, comenzó a entrar en pánico, gritaba ¡Amanda! ¡Ayuda! ¡Hilfe! y entre más gritaba más se mareaba, no podía ver nada, ni siquiera intentar correr hacia la puerta para huir y hablar a la policía, a los bomberos. No veía, ya no sentía hasta la cadera, el cuarto se movía en círculos, parecía que estaba metido en el centro de un ciclón, todo daba vueltas, sentía que el corazón se le salía del pecho, una taquicardia dolorosa. Después de varios minutos, cayó abatido en la cama. La víbora reptó de nuevo abajo de la cama...Ricardo, el esposo de Amanda, había encontrado la sorpresa.

Geraldina González de la Vega

1. Muerte

A sus 10 años Armando no sabía mucho de la vida. Iba a la escuela, en el salón 5.B en donde prefería hacer bolitas de papel con saliva y soplarlas con su cerbatana hecha de una pluma bic. Miss Patty ya le había confiscado ocho cerbatanas. Pero cada tarde decía Armando a su mamá: "Mami, me das una pluma nueva?" y su mami sacaba una nueva bic reluciente, con tapa azul brillante de una cajita que tenía escondida en su clóset. Armando tenía su pluma para escribir, sin tapa, mordida por la parte de atrás, casi hasta la mitad, pero tenía mucha tinta todavía, el tubito salía por el hueco mordido. Esa tarde Armando hizo muchas bolitas de papel con saliva usando la hoja de hasta atrás de su cuaderno verde de biología. Juntó todas las bolitas en una mano; en la otra, la cerbatana y salió corriendo para molestar a Puchy el perrito French Poodle del vecino que tanto odiaba. Armando no traía zapatos, estaba en calcetines, verdes olivo, los del uniforme. Sus zapatos negros estaban a la entrada de la casa, donde los había dejado sin desabrochar. Le gustaba sacárselos por atrás presionando con los dedos al talón del otro pie. Por eso su mamá se molestaba mucho, pues los "aguadaba". A Armando eso no le importaba mucho. Estuvo toda la tarde haciendo bolitas de papel con saliva sentado en la sala de tele, mientras las hacía, entreveía "Don Gato", ese capítulo de Lazlolosla ya se lo sabía de memoria. Los calcetines ya estaban holgados y las puntas largas colgaban de los dedos de sus pies.
Cuando bajó el primer tramo no reparó en sus calcetines, sólo venía pensando cómo iba a molestar al Puchy. Fué hasta que bajó el quinto escalón del segundo tramo, cuando durante medio segundo pensó "Chin mi mamá me va a regañar". Pero no, Alicia no lo volvería a a regañar nunca por correr en calcetines por las escaleras. Armando resbaló del escalón de mármol y cayó con la nuca en el primer escalón. Murió al instante.

Geraldina González de la Vega

domingo, 27 de abril de 2008

25. Muerte

"¡Gretel! Calienta el horno" -dijo la Bruja, ya cansada de esperar a que Hansel engordara.
Gretel obediente, calentó el horno con la esperanza de que la Bruja no pudiera leer su pensamiento.
Hansel mientras tanto hacía aspavientos a su hermana para hacerle ver que era ella a quien la Bruja pensaba cocinar, pues como él le había estado enseñando un hueso de pollo en lugar de su dedo, la Bruja ya estaba cansada de esperar a que el niño engordara. Según la Bruja, que ya moría de hambre, Gretel tendría más carne que su hermano.
Cuando el horno estaba bien caliente, la Bruja abrió la puerta y tomó a Gretel del brazo, Gretel intentó empujarla y patearle el trasero muy fuerte para que alcanzara el fondo y fuera ella quien se quemara ahí dentro; pero el hermano gritó, ¡no! ¡a ella no! ¡Yo te he estado enseñando un hueso de pollo y no mi dedo! mírame, que estoy bien gordo ya, ¡no cocines a mi hermana!
Gretel se distrajo por el grito y la fuerza de la Bruja le ganó y ésta logró empujarla hasta el fondo del horno. La Bruja cerró la puerta, tomó la llave de la jaula de Hansel, abrió y lo cogió del brazo.
-"ah, ¡pero si que hoy me daré el banquete del año con ustedes dos! nada más les falta un poco de sal."
La Bruja abrió la puerta y metió también a Hansel en el horno.
La Bruja se rechupaba los dedos cuando escuchó unas vocecitas, eran otros niños que comian de su casa...

sábado, 19 de abril de 2008

viernes, 4 de abril de 2008

23. Muerte

"Una mosca parada en la pared, en la pared, en la pared.
Ana masca parada an la parad, an la parad, an la parad."
-Ahora tú Valeria
"Ene mesque perede en le pered, jijiji, en le pered, jijiji, en le pered"
-jijiji Mami, Valeria canta como mosca
-A ver, ahora tú Toby
"Ini misqui piridi in li pirid, in li pirid, in li pirid"
-jajaja Ma´ ¡Toby canta como gusano!
-¡y tú como mosca!
-¡pues tú como gusano!

-Mira cabrón a mi esos de la banda 4 leyes ya me tienen hasta la madre. Ya les advertí que no se metan en nuestro territorio o sino les parto su mandarina en gajos. -Momia, ya te dije no es de advertirles, es de partírselas y punto, aquí las cosas de ley se hacen, no se dicen, sino eres puto güey, mariquita sin calzones, se los quita y se los pone....¡jajajaja!
-Pus si Matamoscas ya lo sé, pero entiende que el Micki es el güey de mi hermana La Lisi cabrón y cada que tocamos a uno de su banda, él le parte la madre a ella, y mi jefa se pone bien loca. Yo ya le dí su calentadita a La Lisi güey, pero no más no entiende. Es re pendeja como todas las viejas.

-¡Guusaaanooo, guusaaanooo!
- ¡Mírala Mamá, ya dile que me dejeeee!
- Ya Valeria, deja a tu hermano en paz. Su Papá viene manejando, no lo dejan concentrarse en la carretera.
- ¿Cuánto falta para llegar Mamá?
-Ya te dije Valeria, fíjate en los letreros. A ver, ahí está uno: ¿qué dice?
- Dice que faltan 57 kilómetros
-¿Entonces Valeria? ¿Cuánto falta para llegar a casa de los abuelitos?
- Pues menos de una hora, porque 100 kilómetros son como una hora, ¿no?
- muy bien Valeria.
- Mamá ¿cómo es que Valeria siendo una mosca puede pensar?
- ¡Ya Toby! ¡tú ahora no empieces!

-Pues mira mai yo digo que vayamos a su lado y les advirtamos que si se vuelven a meter a nuestro lado, les partimos toditita su jefecita y como seguro se nos echan, pues de una vez les partimos todita y acabamos con el pedo. ¿Qué dices pinche Momia?
- Pues va, sólo que a ver qué dicen estos putos, ¿no cab´?
- A ver banda: el Momia y yo hemos decidido que vayamos del otro lado del puente a decirles que qué pinche pedo atorado tienen a esos de las disque 4 leyes, ¿que dicen puuuutoooos?
- psss oooorale cabrón vamos, pero a la voz de ya. Que ya me tienen bien hasta la coronaza.
- Si valedor, yo le traigo unas pinches ganas al Chaquito que ´uta.
- No que al Chaquito, al Micki güey ese se cree bien carita, pinche totonaca.
¡jajajajajaja! ¡Pus orale que pa´luego es tarde puuutoooos!

"Siete elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante.
Ocho elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante.
Nueve elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante..."

-¡Orale cabrón ahi´stán güeeeey del otro lado del puente puto!, ¡vamos córrele!
-¡Mira aviéntale esa piedrota güey, dejasela caer en toooda la cabezota al puto!

El Momia coge la piedrota. El Chaquito saca una pistola de entre su chamarra y le dispara al Momia, la bala penetra por el pecho del Momia, la piedra cae por el barandal del puente y penetra con enorme violencia por el parabrisas de la Ford Escape Roja que pasa por la carretera federal debajo del puente y se encuentra directamente con la cabeza del copiloto, que era Adriana, la mamá de Valeria y Toby.

Geraldina González de la Vega
Con todo mi respeto a las personas que han sufrido este accidente.

jueves, 3 de abril de 2008

22. Muerte

El Crimen Perfecto
por Carlo Cardez

Después de casi 30 años de vivir con ella, la vio una vez más en la cama y se dio cuenta de que la había matado.
Nadie nunca iba a sospechar de él. Los que los conocían y los que los habían conocido podían decir que él siempre la había querido. El no era de los que envidiaba a otras parejas, en todo caso, siempre los habían envidiado a ellos. Desde la primera vez que los vieron juntos, nunca más los volvieron a pensar a el uno sin el otro. Y esta historia era contada por los demás, no por él. Nunca nadie le conoció interés por otra mujer. Sí hubo mujeres que se interesaron por él, pero siempre atraídas por la forma en la que hablaba de su familia, atraídas por el deseo de tener lo que él daba a otra.
No se inventó viajes de placer disfrazados de negocio. No trabajaba a deshoras en lugares en los que se brinda con vino tinto. El perfume de sus hijas nunca fue el pretexto de perfumes ajenos. Nunca tuvo que esconder teléfonos o recados inoportunos, de esos que aparecen de repente en sacos poco usados. En casa nunca levantó la voz mas que para reír amplio y largo. No levantaba las manos mas que para dejar entrar cuerpos y sumirlos en grandes abrazos. Adoptó a su familia política con tanto cariño como lo adoptaron a él y así se hizo de hermanos y hermanas, y tuvo más de una madre que se sintiera orgullosa de él y más de un padre para pedir consejo. Igual ella.
Casi 30 años en los que vio amigos entrar y salir de su casa con diferentes mujeres, a veces diferentes hijos. Los que estuvieron con ellos cuando los tiempos no eran tan buenos, sabían que fue entonces cuando más fuertes fueron. Los vieron soportar juntos y sufrir juntos cuando la familia se hacía más chica, y los vieron llorar juntos también, cuando se les hacía más grande.
Nunca nadie iba a sospechar de él. No en una casa en la que no faltaba algo que hiciera recordar su vida juntos. Muebles que se transformaron a necesidad, fotos de sus juventudes y de todos sus tiempos. Recuerdos de viajes en los que paseaban su felicidad.
Pero la veía ahí tendida en la cama y no comprendía cómo pasó todo. En la misma cama en la que compartieron tanto. Cenas, sexo, hijos. La misma que llegó para sustituir a la que por accidente se convirtió en el lugar en el que su perra parió. La misma perra que ahora vieja estaba parada junto a él, como siempre, esperando a que se pusiera la pijama antes de saberlo seguro e irse a dormir. Pero esta noche todavía no había pijama, así que ahí seguía de pie junto a él, también de pie, viendo a la mujer que mató.
“Creo que tenemos que hablar” dijo ella. Y él se dio cuenta de que ella sabía que la había matado. Todavía no sabía cuándo pero estaba dispuesta a averiguarlo. Así sin pistas, sin motivo, sin alevosía, sin cómplices. Sin dejar rastro ni huella y después de tanto tiempo, ella lo había descubierto. La había matado hacía 15 años y se odiaba por eso. No importa cómo se encubra tarde o temprano la verdad siempre encuentra una forma de revelarse. Porque aunque aún haya quien piense que es posible, no existe el crimen perfecto.