domingo, 27 de abril de 2008

25. Muerte

"¡Gretel! Calienta el horno" -dijo la Bruja, ya cansada de esperar a que Hansel engordara.
Gretel obediente, calentó el horno con la esperanza de que la Bruja no pudiera leer su pensamiento.
Hansel mientras tanto hacía aspavientos a su hermana para hacerle ver que era ella a quien la Bruja pensaba cocinar, pues como él le había estado enseñando un hueso de pollo en lugar de su dedo, la Bruja ya estaba cansada de esperar a que el niño engordara. Según la Bruja, que ya moría de hambre, Gretel tendría más carne que su hermano.
Cuando el horno estaba bien caliente, la Bruja abrió la puerta y tomó a Gretel del brazo, Gretel intentó empujarla y patearle el trasero muy fuerte para que alcanzara el fondo y fuera ella quien se quemara ahí dentro; pero el hermano gritó, ¡no! ¡a ella no! ¡Yo te he estado enseñando un hueso de pollo y no mi dedo! mírame, que estoy bien gordo ya, ¡no cocines a mi hermana!
Gretel se distrajo por el grito y la fuerza de la Bruja le ganó y ésta logró empujarla hasta el fondo del horno. La Bruja cerró la puerta, tomó la llave de la jaula de Hansel, abrió y lo cogió del brazo.
-"ah, ¡pero si que hoy me daré el banquete del año con ustedes dos! nada más les falta un poco de sal."
La Bruja abrió la puerta y metió también a Hansel en el horno.
La Bruja se rechupaba los dedos cuando escuchó unas vocecitas, eran otros niños que comian de su casa...

sábado, 19 de abril de 2008

viernes, 4 de abril de 2008

23. Muerte

"Una mosca parada en la pared, en la pared, en la pared.
Ana masca parada an la parad, an la parad, an la parad."
-Ahora tú Valeria
"Ene mesque perede en le pered, jijiji, en le pered, jijiji, en le pered"
-jijiji Mami, Valeria canta como mosca
-A ver, ahora tú Toby
"Ini misqui piridi in li pirid, in li pirid, in li pirid"
-jajaja Ma´ ¡Toby canta como gusano!
-¡y tú como mosca!
-¡pues tú como gusano!

-Mira cabrón a mi esos de la banda 4 leyes ya me tienen hasta la madre. Ya les advertí que no se metan en nuestro territorio o sino les parto su mandarina en gajos. -Momia, ya te dije no es de advertirles, es de partírselas y punto, aquí las cosas de ley se hacen, no se dicen, sino eres puto güey, mariquita sin calzones, se los quita y se los pone....¡jajajaja!
-Pus si Matamoscas ya lo sé, pero entiende que el Micki es el güey de mi hermana La Lisi cabrón y cada que tocamos a uno de su banda, él le parte la madre a ella, y mi jefa se pone bien loca. Yo ya le dí su calentadita a La Lisi güey, pero no más no entiende. Es re pendeja como todas las viejas.

-¡Guusaaanooo, guusaaanooo!
- ¡Mírala Mamá, ya dile que me dejeeee!
- Ya Valeria, deja a tu hermano en paz. Su Papá viene manejando, no lo dejan concentrarse en la carretera.
- ¿Cuánto falta para llegar Mamá?
-Ya te dije Valeria, fíjate en los letreros. A ver, ahí está uno: ¿qué dice?
- Dice que faltan 57 kilómetros
-¿Entonces Valeria? ¿Cuánto falta para llegar a casa de los abuelitos?
- Pues menos de una hora, porque 100 kilómetros son como una hora, ¿no?
- muy bien Valeria.
- Mamá ¿cómo es que Valeria siendo una mosca puede pensar?
- ¡Ya Toby! ¡tú ahora no empieces!

-Pues mira mai yo digo que vayamos a su lado y les advirtamos que si se vuelven a meter a nuestro lado, les partimos toditita su jefecita y como seguro se nos echan, pues de una vez les partimos todita y acabamos con el pedo. ¿Qué dices pinche Momia?
- Pues va, sólo que a ver qué dicen estos putos, ¿no cab´?
- A ver banda: el Momia y yo hemos decidido que vayamos del otro lado del puente a decirles que qué pinche pedo atorado tienen a esos de las disque 4 leyes, ¿que dicen puuuutoooos?
- psss oooorale cabrón vamos, pero a la voz de ya. Que ya me tienen bien hasta la coronaza.
- Si valedor, yo le traigo unas pinches ganas al Chaquito que ´uta.
- No que al Chaquito, al Micki güey ese se cree bien carita, pinche totonaca.
¡jajajajajaja! ¡Pus orale que pa´luego es tarde puuutoooos!

"Siete elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante.
Ocho elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante.
Nueve elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña, como veían que resistían fueron a llamar a otro elefante..."

-¡Orale cabrón ahi´stán güeeeey del otro lado del puente puto!, ¡vamos córrele!
-¡Mira aviéntale esa piedrota güey, dejasela caer en toooda la cabezota al puto!

El Momia coge la piedrota. El Chaquito saca una pistola de entre su chamarra y le dispara al Momia, la bala penetra por el pecho del Momia, la piedra cae por el barandal del puente y penetra con enorme violencia por el parabrisas de la Ford Escape Roja que pasa por la carretera federal debajo del puente y se encuentra directamente con la cabeza del copiloto, que era Adriana, la mamá de Valeria y Toby.

Geraldina González de la Vega
Con todo mi respeto a las personas que han sufrido este accidente.

jueves, 3 de abril de 2008

22. Muerte

El Crimen Perfecto
por Carlo Cardez

Después de casi 30 años de vivir con ella, la vio una vez más en la cama y se dio cuenta de que la había matado.
Nadie nunca iba a sospechar de él. Los que los conocían y los que los habían conocido podían decir que él siempre la había querido. El no era de los que envidiaba a otras parejas, en todo caso, siempre los habían envidiado a ellos. Desde la primera vez que los vieron juntos, nunca más los volvieron a pensar a el uno sin el otro. Y esta historia era contada por los demás, no por él. Nunca nadie le conoció interés por otra mujer. Sí hubo mujeres que se interesaron por él, pero siempre atraídas por la forma en la que hablaba de su familia, atraídas por el deseo de tener lo que él daba a otra.
No se inventó viajes de placer disfrazados de negocio. No trabajaba a deshoras en lugares en los que se brinda con vino tinto. El perfume de sus hijas nunca fue el pretexto de perfumes ajenos. Nunca tuvo que esconder teléfonos o recados inoportunos, de esos que aparecen de repente en sacos poco usados. En casa nunca levantó la voz mas que para reír amplio y largo. No levantaba las manos mas que para dejar entrar cuerpos y sumirlos en grandes abrazos. Adoptó a su familia política con tanto cariño como lo adoptaron a él y así se hizo de hermanos y hermanas, y tuvo más de una madre que se sintiera orgullosa de él y más de un padre para pedir consejo. Igual ella.
Casi 30 años en los que vio amigos entrar y salir de su casa con diferentes mujeres, a veces diferentes hijos. Los que estuvieron con ellos cuando los tiempos no eran tan buenos, sabían que fue entonces cuando más fuertes fueron. Los vieron soportar juntos y sufrir juntos cuando la familia se hacía más chica, y los vieron llorar juntos también, cuando se les hacía más grande.
Nunca nadie iba a sospechar de él. No en una casa en la que no faltaba algo que hiciera recordar su vida juntos. Muebles que se transformaron a necesidad, fotos de sus juventudes y de todos sus tiempos. Recuerdos de viajes en los que paseaban su felicidad.
Pero la veía ahí tendida en la cama y no comprendía cómo pasó todo. En la misma cama en la que compartieron tanto. Cenas, sexo, hijos. La misma que llegó para sustituir a la que por accidente se convirtió en el lugar en el que su perra parió. La misma perra que ahora vieja estaba parada junto a él, como siempre, esperando a que se pusiera la pijama antes de saberlo seguro e irse a dormir. Pero esta noche todavía no había pijama, así que ahí seguía de pie junto a él, también de pie, viendo a la mujer que mató.
“Creo que tenemos que hablar” dijo ella. Y él se dio cuenta de que ella sabía que la había matado. Todavía no sabía cuándo pero estaba dispuesta a averiguarlo. Así sin pistas, sin motivo, sin alevosía, sin cómplices. Sin dejar rastro ni huella y después de tanto tiempo, ella lo había descubierto. La había matado hacía 15 años y se odiaba por eso. No importa cómo se encubra tarde o temprano la verdad siempre encuentra una forma de revelarse. Porque aunque aún haya quien piense que es posible, no existe el crimen perfecto.

21. Muerte

Cinco Campechanos
por Ricardo Cárdenas

“Te voy a contar una cosa que no es real, es fantasía que hace la gente, pero es verdad. Allá cuando la última guerra, esa del 910 –porque la de los cristeros no fue guerra, esos nomás se mataban pa’ no dejar decir misa a los curas- bueno pues… había mucho matado porque en ese tiempo todo mudo andaba armado. Yo creo que por bravos... No, y pos ¡cómo no! si estaban matados sus hermanos y sus tíos y todos. Así le pasó a Luis, su hermano matado, sus tíos matados, su mamá matada y también su hermana matada, pero a ella cuando estaba chiquita. Y ese fue uno que yo conocía que era un cabrón y a ver, dile algo. Se tronaba a todos. Muchacha que le echaba el ojo, la tomaba. En esa época era fácil, nomás te la subías al monte y ni quién te dijera nada, porque además era fácil comprar al policía, ahora no, ahora sale más caro. Era otra época, la mujer pues no trabajaba como ahora ¿verdá? estaba donde tenía que estar y cuando salía, pues se le esperaba… sólo en la revolución que los cabrones soldados se las cogían a todas, hasta a las más niñas y si no fueran buenas pa’ los huevos, hasta a las gallinas. Ahí sí te tronaban fácil. Como al primo de mi mamá que lo tronaron cuando se rasuraba –porque antes se rasuraban en un espejito chiquito en la pared- y cuando estaba de espaldas entraron once y le dieron. Hasta el suelo agujeraron, porque antes los suelos eran de madera. Había mucho matado. Había tanto matado que luego los militares pasaban y los arrejuntaban a todos y los cargaban en un carro, de esos de mulas, los tiraban en una zanja y les prendían fuego los cabrones. Y fíjate bien lo que te digo porque de ahí salió la enfermedad esta de la gripa.”
Yo, que estaba escuchando sólo dije: ¿Cuánto es de cinco campechanos con todo, y un refresco?

20. Muerte

No Contar
por Ricardo Cárdenas

Nunca supo cómo empezar las cosas. Un tanto como me siento yo ahora que no puedo empezar a hablar de lo que tengo que contar. De inmediato empiezo con frases vacías de falsa contundencia, un tanto parecido, eso sí, a la forma que tenía él de contar sus pequeñas proezas. No me refiero a que la vida esté llena de pequeñas proezas, no. Eso es pura retórica y no estoy con ánimos de político o filósofo. Nunca lo he sido y ni siquiera me da el ánimo para pretender serlo, nunca me ha dado. Casi siempre más bien, y por regla general, le doy muchas vueltas al asunto y rara vez estos caminos circulares me llevan hacia algo concreto. Sobretodo cuando se trata de él. Tampoco tengo mucha disciplina, y eso siempre ayuda… a perderte en todo y en nada quiero decir. Mi ánimo es muy pobre muchas veces, como hoy. Tanto que ahora haber llegado hasta aquí me sorprende a mi mismo.
Pero basta. Cualquiera pensaría que todo esto es depresivo y lo estoy usando para no sé qué, pero no. Tampoco se trata de confundir ¿no? Me refiero a que la intensión de empezar a contar algo que para mi es importante era buena, así que algo debe salir de aquí. Trataré de empezar entonces, otra vez.
Nunca supo cómo acercarse a la gente y decir lo que sentía. Perdón, pero también es un poco como yo me siento ahora. Es una confusión sentimental que provoca un ahogo del lenguaje en aguas turbulentas contaminadas de tristeza. Este tipo de emociones que te obligan sólo a disfrutar de cosas sencillas. No porque disfrutar de las pequeñas cosas sea una postura intelectual, no por Dios, nunca trataría de engañar a nadie diciendo de mi algo así. Es más bien porque cuando estas tan inconciente en una depresión sólo te puedes fijar en cosas pequeñas. Tan pequeñas como tu estado de ánimo. Pero aquí estoy otra vez hablando de cosas que no tienen nada que ver con lo que en algún momento traté de empezar a escribir, y para ser honesto, ya no lo tengo tan claro yo tampoco.
Nunca sonó sincero. No, eso no es completamente cierto, quizá sería más honesto decir que al oírlo hubo muchas veces que no sabía si era sincero o no. No conmigo, esto no es un reproche. Es cuando lo oía hablar con otras personas cuando esto me punzaba más. A ver, si en este momento pudiera empezar otra vez y pudiera cambiar lo que digo, lo que he dicho… pero eso sería como querer empezar todo desde el principio, principio. Una vez más, perdón, no me siento bien.
Una vez me dijo… no, muchas veces dijo como diciendo al aire… no, tampoco. A veces, cuando se le oía decir cosas dirigidas hacia mi, se podía oír lo que deducía de la vida. Una forma muy complicada de decir que sus palabras eran escasas y fuertes. Es como si hablar de todo esto fuera prohibido, la forma en la que me siento, quiero decir. Pero como me dijo alguna vez, yo siempre he sido inoportuno, en acciones y en palabras. Siempre fue como si de una misma cosa tuviéramos una lectura diferente, como si yo viera lo rico de una fruta bien encerada, como las ponen en la calle y él, el respeto ciego a la propiedad privada… Creo que al final no lo voy a poder contar.
No sé que voy a hacer. No sé qué decir. Yo quería mucho a mi padre y mañana lo tengo que enterrar.

19. Muerte

martes, 1 de abril de 2008

18. Muerte

Una de Rapunzel
Arturo Ignacio Peón Barriga

El príncipe saltó por la ventanita de la torre donde la bruja de Rapunzel lo tenía atrapado sin darse cuenta que apenas el día anterior el jardinero se había desecho de los añejos arbustos que afeaban el traspatio. Murió instantáneamente con múltiples fracturas en el cráneo.

17. Muerte

Autodeterminación
Arturo Ignacio Peón Barriga

La vida del hombre entra en una espiral de mala suerte: su mujer le pide el divorcio para irse a vivir con su amante; su jefe lo despide del trabajo; el banco le confisca la casa por no haber podido pagar la hipoteca. Dos días después, mientras se dirige al trabajo en el centro de la ciudad, un camión en contraflujo lo atropella en eje central. Con el último supiro de vida, desconsolado, se pregunta qué es lo que ha hecho mal. Busca una explicación a tan acre destino. No la encontrará, pues ha pasado demasiado tiempo como para que su mente establezca una conexión entre lo que hoy le ocurre y su ancestral afición de torturar catarinas aplastándolas sádicamente con el pulgar.